sábado, 3 de julio de 2010


En ocasiones, sería maravilloso poder retrasar cinco minutos el reloj, manejar el tiempo a nuestro antojo. Un instante especial, repitiéndose constatemente, como un bucle infinito en el que todo vuelve a suceder. Congelar una sonrisa, un abrazo, un simple gesto que te aisle del mundo; en el que solo exista lo que tu quieres que exista.

Creo que si pudiera escoger una habilidad extraordinaria, sería la de hacer mio el tiempo. Puede que se hiciera monótono, pero ahora mismo no me apetece otra cosa que verte siempre sonriente, sería el mayor regalo que jamás podría recibir. Está claro que todo esto no es más que un sueño, pero de sueños vive el hombre, y yo puedo dar gracias por vivir en un sueño eterno. Tu deberías sentirte afortunada por tener la capacidad de hacerme vivir soñando y por conseguir que siempre tenga una sonrisa para ofrecerte. Espero que me enseñes a hacerte sonreir como lo haces tu conmigo, y así nunca tener que parar el tiempo.

lunes, 3 de mayo de 2010

La magnitud de lo inexplicable



No hacían falta fuegos artificiales ni música para que todo fuera perfecto. La música la ponían sus labios y el reflejo de la luz de la luna en sus ojos era mucho mejor que cualquier destello en el cielo. Eternamente agradecido le estaré a la luna por dejarme ver a través de ellos, por hacerme vivir ese momento, por dejarme descubrir la magnitud de lo inexplicable. Será la magía de la vida, la que es capaz de llenarnos de algo que no tocamos, no comemos, no bebemos, ni tan siquiera imaginamos. No hace mucho tiempo que descubrí que no todo es ciencia, y aún menos, que sería imposible describir por la ciencia lo que descubrí. No hay una medida para esto, porque es lo suficientemente grande para darnos esperanza, para hacernos llorar de alegría, para sacarnos una tremenda sonrisa, para eclipsarnos con una mirada... ¿Y quién puede medir la esperanza, la alegría, la sonrisa o la mirada?

Debería estar prohibido morir sin vivir al menos una vez ese momento. Debería estar prohibido vivir sin sentir constatemente ese algo tan grande que no se puede explicar, lo que verdaderamente le da un sentido a nuestra existencia.

Gracias por mostrarme constatemente ese algo que da sentido a nuestra existencia. Gracias por ser lo que da sentido mi existencia.

Día 2, cualquier mes, cualquier año.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Llegó para quedarse...


Llegó. Se presentó sin avisar, pasando desapercibida, como quien no quiere molestar ni hacerse notar. Lo cierto es que le fue imposible. Su rostro reflejaba algo especial, una mezcla de alegría y dulzura, una sonrisa tímida pero a la vez extrovertida, una mirada penetrante pero recatada. Sin duda el rostro representaba a su persona. Esa mirada, esa sonrisa, habían dejado huella en cada una de las personas que la habían conocido. Todas sabían que no se trataba de alguien normal, que ella era alguien diferente.

Parece que alguien la hubiera puesto a conciencia en ese lugar, en ese momento, el momento en el que empezó a cambiar radicalmente mi vida, el momento en que la conocí. Desde aquel instante algo dentro de mi sabía que nada iba a ser lo mismo, que la oscura senda por la que caminaba desde hacía algun tiempo iba a ser iluminada poco a poco, para que el camino se hiciera infinitamente más fácil. Me contagió una enfermedad, la más hermosa de todas, la que te hace tocar el cielo con los dedos aún teniendo los pies en el suelo. Una enfermedad que no tiene cura y de la que no quiero curarme.

Y es que si existieran los milagros, ella sería el mayor de ellos.