domingo, 12 de junio de 2011

Una estrella no fugaz

Pasó una estrella, o en realidad, no pasó. No era fugaz. Pasaban las horas, los días, los meses... pero la estrella seguía en el cielo, con la misma intensidad que el primer día en que parecía que no duraría, que ni tan siquiera daría tiempo a pedirle un deseo. El deseo lo albergaba ella misma, llevaba un mensaje profundo y lo transmitía con la fuerza de un huracán. Hoy aún sigo mirando, y la estrella sigue brillando, quizás con más fuerza que el primer día en que la descubrí. Quizás si o quizás no, porque la estrella no me ha dejado pensar, no me ha dado tiempo para el raciocinio o las elucubraciones, simplemente me ha hecho creer profundamente en que cada día que la buscara permanecería en el mismo sitio. El futuro de la estrella ahora se hace presente, lo que parecía que iba a ser tan solo un precioso destello fugaz de luz en el cielo ahora se ha convertido en un permanente rayo de luz, un rayo simplemente, pero un rayo muy especial que ha convertido a esa estrella en duradera. Estrella que solo se apaga si durante un instante dejas de observarla, mimarla y rogar porque siga iluminando. Una estrella que permanece infinitamente si se tiene fe en encontrarla a diario.

Solo quiero ver cada dia esa estrella, como desde hace algun tiempo, las demás sobran en el mapa celeste si la encuentro a ella

sábado, 3 de julio de 2010


En ocasiones, sería maravilloso poder retrasar cinco minutos el reloj, manejar el tiempo a nuestro antojo. Un instante especial, repitiéndose constatemente, como un bucle infinito en el que todo vuelve a suceder. Congelar una sonrisa, un abrazo, un simple gesto que te aisle del mundo; en el que solo exista lo que tu quieres que exista.

Creo que si pudiera escoger una habilidad extraordinaria, sería la de hacer mio el tiempo. Puede que se hiciera monótono, pero ahora mismo no me apetece otra cosa que verte siempre sonriente, sería el mayor regalo que jamás podría recibir. Está claro que todo esto no es más que un sueño, pero de sueños vive el hombre, y yo puedo dar gracias por vivir en un sueño eterno. Tu deberías sentirte afortunada por tener la capacidad de hacerme vivir soñando y por conseguir que siempre tenga una sonrisa para ofrecerte. Espero que me enseñes a hacerte sonreir como lo haces tu conmigo, y así nunca tener que parar el tiempo.

lunes, 3 de mayo de 2010

La magnitud de lo inexplicable



No hacían falta fuegos artificiales ni música para que todo fuera perfecto. La música la ponían sus labios y el reflejo de la luz de la luna en sus ojos era mucho mejor que cualquier destello en el cielo. Eternamente agradecido le estaré a la luna por dejarme ver a través de ellos, por hacerme vivir ese momento, por dejarme descubrir la magnitud de lo inexplicable. Será la magía de la vida, la que es capaz de llenarnos de algo que no tocamos, no comemos, no bebemos, ni tan siquiera imaginamos. No hace mucho tiempo que descubrí que no todo es ciencia, y aún menos, que sería imposible describir por la ciencia lo que descubrí. No hay una medida para esto, porque es lo suficientemente grande para darnos esperanza, para hacernos llorar de alegría, para sacarnos una tremenda sonrisa, para eclipsarnos con una mirada... ¿Y quién puede medir la esperanza, la alegría, la sonrisa o la mirada?

Debería estar prohibido morir sin vivir al menos una vez ese momento. Debería estar prohibido vivir sin sentir constatemente ese algo tan grande que no se puede explicar, lo que verdaderamente le da un sentido a nuestra existencia.

Gracias por mostrarme constatemente ese algo que da sentido a nuestra existencia. Gracias por ser lo que da sentido mi existencia.

Día 2, cualquier mes, cualquier año.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Llegó para quedarse...


Llegó. Se presentó sin avisar, pasando desapercibida, como quien no quiere molestar ni hacerse notar. Lo cierto es que le fue imposible. Su rostro reflejaba algo especial, una mezcla de alegría y dulzura, una sonrisa tímida pero a la vez extrovertida, una mirada penetrante pero recatada. Sin duda el rostro representaba a su persona. Esa mirada, esa sonrisa, habían dejado huella en cada una de las personas que la habían conocido. Todas sabían que no se trataba de alguien normal, que ella era alguien diferente.

Parece que alguien la hubiera puesto a conciencia en ese lugar, en ese momento, el momento en el que empezó a cambiar radicalmente mi vida, el momento en que la conocí. Desde aquel instante algo dentro de mi sabía que nada iba a ser lo mismo, que la oscura senda por la que caminaba desde hacía algun tiempo iba a ser iluminada poco a poco, para que el camino se hiciera infinitamente más fácil. Me contagió una enfermedad, la más hermosa de todas, la que te hace tocar el cielo con los dedos aún teniendo los pies en el suelo. Una enfermedad que no tiene cura y de la que no quiero curarme.

Y es que si existieran los milagros, ella sería el mayor de ellos.

martes, 11 de agosto de 2009

La soledad del escritor


Una vez más me siento ante mi ordenador sin otro consuelo que el de desembocar mis tristes pensamientos sobre las teclas. No se siquiera si alguien lo leerá, si alguien siente o piensa lo mismo que yo, si estoy dejando caer mis dedos sobre el teclado únicamente para saciar mi ansia de mostrar al mundo un poquito de mí. Quizá el mundo lo ignore, es lo más probable.

Lo cierto es que llevo tanto dentro que mis reflexiones se entrelazan y mis manos no hacen más que titubear. Como una lluvia de estrellas van tecleando frases inconexas, se abarrotan al tener tanto que decir y al mismo tiempo tan poco que escribir. Quizá sea que hay cosas que uno no quiere escribir, probablemente sea que no hay palabras para describir.

Es la soledad del escritor, del que usa las palabras como medio de expresión, del que cada día; cada semana; cada mes se sienta solo ante cualquier cosa que le sirva para impregnar de palabras y reflexiones a quien lo quiera leer.

Hay quienes tenemos la suerte de conocerlo y disfrutarlo.

Lo cierto es que es descaradamente hermoso...

lunes, 20 de julio de 2009

El tiempo de la magia


Si me equivoco quiero que no lo tengas en cuenta. No se si para bien o para mal,
espero que todo siga su curso. No me juzgues por mis actos, mi experiencia aún es corta, prefiero que me juzgues por mis pensamientos y por los tuyos, que bien los conoces. Deseo que dejes a un lado todo lo pasado y lo que esperas que pase, se traza un nuevo camino, infinito, tan largo como esperamos que sea, aunque tu no lo sepas y yo tampoco. Prefiero no pensar en el futuro, deseo vivir el momento, tú también lo deseas, pero el miedo a lo ajeno te hace andar demasiado lento. Dale una oportunidad a la valentía, desata tu miedo, dejemos de racionalizar, porque la razón es una virtud que a veces hay que dejar a un lado para dejar paso a la magia.

viernes, 19 de junio de 2009

Desde el balcón del abismo




Desde el balcón del abismo veo desfilar ante mi un mundo de opciones, ajeno a la respuesta, aunque quizá demasiado presente en ella. El laberinto se abre cada vez más y el camino se va convirtiendo en un imposible, un infinito de posibilidades que nunca terminan de resolverse. Un ritmo frenético para un alma acostumbrada a la pausa, demasiada velocidad para tanta indecisión. Quizá este laberinto solo se pueda resolver con la calma, sin atajos. Quizá solo sea cuestión de escoger la salida correcta, la que nos llevará al final. Puede que haya demasiadas respuestas y ninguna sea la correcta. Puede que tan solo haya dos y no sepas escoger la correcta, la que me librará de esta encerrona de la que no se cómo salir, de la que solo tú me puedes sacar.

Tan solo quiero salir, aunque haya que escapar de la norma o la legalidad.

Espero...